En el papel había escrita una carta. Los años no habían sido amables con él.
El niño la tomó entre sus brazos y la observó detenidamente por un instante.
La carta decía:
Señor mío:
He elegido el presente medio para comunicarme con
usted, porque creo que las demás alternativas a mi
disposición, podrían provocar la imposibilidad de que
me favoreciera con su clemencia, que es lo que
pretendo con mi proceder.
Sé que mis años le resultan frágiles e inmaduros, así
como lo súbito de la inusual circunstancia en que
ocurrió mi entrada a su vida. No puedo ofrecer
disculpas por ninguna de las dos, debido al capricho
de mi suerte. Sin embargo, creo oportuno dar referencias
de carácter.
Vengo de una familia de padre y madre trabajadores.
De ellos aprendí una honestidad a toda prueba y el
valor del trabajo, aunque el propio destino lo he
encontrado en mi inclinación por las letras.
Mis intenciones son honorables desde que están guiadas
por un amor profundo. Sí, me atrevo tan temprano en mi
carta a hablar de amores.
[Tinta corrida. Ilegible]
Le amo. Más allá de mis expectativas, más allá de mis
posibilidades. Aún a pesar de mis limitaciones, aún a
pesar de mi misma. Este hecho es mi mejor argumento,
aunque no se pueda considerar el más razonable.
He luchado sin éxito contra este sentimiento por todos
los medios a mi alcance; medios que no supondrían
vergüenza ni en mis padres ni en usted. Este sentimiento
no cede ni abandona. Lo he comprobado.
[Humedad. Ilegible]
Es mi voluntad llenar sus mañanas de alegrías y sus
atardeceres de suspiros correspondidos. Vigilar su
sueño y acariciar su frente mientras duerme.
Procurarle bienestar y calma de espíritu.
Protegerlo del frío, evitarle el dolor y el penar. Que
no pase hambre, que nunca su boca conozca la sed,
y que el cansancio sólo sea... [tinta corrida] ....la
vida hasta la médula.
¿Qué otra promesa de unión más profunda, más fiel
que la de las almas imposibilitadas a despedirse, a
pesar de la distancia, a pesar de la adversidad?
¿Qué mas puede alguien desear para la persona
amada?
¿Qué impedimento, en limpia conciencia, puede usted
imponerle a este amor?
[Párrafo completamente ilegible]
Es por eso que suplico su comprensión, y si me es
inalcanzable su cariño, espero que mis letras, en todos
sus renglones sinceras, le provean de tranquilidad, y le
convenzan de la pureza de mis sentimientos.
Su humilde servidora.
[Pedazo arrancado de papel]
El niño miró la hoja durante unos segundos y como no sabía leer, la devolvió al
ropero de donde había salido.
