entenderla, cuidar de ella" Rosa Montero.
Tengo 2 vertientes, dos caminos diferentes, paralelos y los dos sin sentido al mismo tiempo.
Ser infiel es ser infiel. Es indistinto si se es de forma solo física o eres un maldito cobarde incapaz de reconocer tu nueva circunstancia: la persona que tienes al lado no es ya el amor de tu vida (podría ser incluso que nunca lo fué) y es de tan poca importancia para tí que ya no tienes ningún problema en ocultar, mentir, inventar, contar a medias e incluso tratar de envolver en tu estupidez a algún amigo cómplice, incapaz de descubrirte en tu propia cara tu cobardía (ah que amiguito!)
La infidelidad y la lealtad son términos tan íntimamente ligados que son inseparables. Atentar contra ellas es hacer menos el principio mismo del amor. Pero eso no es lo más importante. Lo peor es que cuando eso llega, el deterioro es tan importante que no hay ningún tipo de escrúpulos: puedes añadirle alevosía nocturnidad, premeditación sin que te tiemble la mano en absoluto. ¿Qué familia me queda si mi pareja es para mi un(a) perfecta extraña? ¿Por qué permanecer al lado de alguien que ya no te ama? ¿Por qué presionarle para que se quede? ¿Por qué dice que te ama, pero se comporta como si no fuese verdad? ¿Por qué algunos incluso, dicen parecer más cariñosos? En el mejor de los casos si el infiel ha sido y es una persona muy importante en tu vida (la más importante) la intuición te descubrirá lo que serías incapaz de imaginar nunca, y lo peor, pasan años enteros sin que el engañado reciba la oportunidad de “ajustarse” a su nueva realidad (si es que eso es posible) hasta que lo descubre de la forma más ruín y violenta del mundo. Porque no nos olvidemos: en el mundo de las pasiones nada es lo que parece, y las reacciones nunca tienen una medida.
Equivocarse es de humanos y rectificar es de sabios, dice el refrán, y no puedo estar más de acuerdo.
Puede que a nivel físico lo ideal fuese esta proposición: te apetecen nuevas experiencias y tratas de compartir esas nuevas sensaciones con tu pareja. Reconozcamos que esa situación requiere de una confianza, una complicidad y una estabilidad difícilmente localizable. Innovar es fruto de la imaginación y la inquietud por crecer. Pero ningún crecimiento personal debe rebasar los límites del respeto. Si sientes ese impulso, sé sincero: ya no quieres a quien te quiere (como amante, digo). Lánzate al crecimiento. Busca la satisfacción de tu curiosidad, pero no obligues al otro a permanecer a tu lado (que es lo que haces si lo haces a sus espaldas) Permítele elegir. Además la innovación podría tener lugar en la intimidad de su habitación (la de casa o la de un hotel) Y por supuesto que debe tener una cabida muy importante la imaginación. ¡Qué sería de nosotros sin ella!; el límite entre el viaje por lo morboso y la mentira despiadada: “siempre viene mi pareja. Mi placer es el suyo y el suyo mío”
...siempre pensé que mis inquietudes no eran las de una loca alienada...
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"PREFIERO LA LEALTAD A LA INFIDELIDAD"
Me resulta un juego de palabras más que un pensamiento hilado por la reflexión, o lo que es peor, una idea que por incongruente se disfraza en un texto de genial redacción, en la que su motivación inicial es muy interesante, pero que se extiende por atajos de complicadas salidas.
A mi me parece inarmónico usar el adjetivo “intrascendente” junto a la palabra “infidelidad”. Me parece así porque son incompatibles. Ser no fiel es faltar a la fe que otro
confía sobre uno. Una infidelidad por tanto no es nada intrascendente; más bien es el momento en que todo infiel traspasa la barrera del respeto y entra en el absurdo mundo de las sinrazones para explicar lo inexplicable. Esa finísima frontera, tan invisible como fácilmente permeable, atentan directamente contra la generosidad de quien cree, casi de forma ciega en quien supone la persona más importante de la vida. Una vez superada tal barrera, pueden contarme lo que les parezca del desleal.
Por eso no sé como cuadrar la intención de respetar, atender o cuidar a tu pareja cuando eres el auténtico autor de su cárcel invisible... hasta ser descubierto, claro, porque “se cacha antes a un mentiroso que a un cojo”. Revelar la verdad te pondrá en un situación incómoda e inexplicable (no pretendas que tu pareja se crea que la amas a pesar de todo), pero es lo único justo que te queda por hacer, al menos por lo que tuviste alguna vez (si alguna vez tuviste algo).
Todo lo demás es ambigüo para denominar una situación de inconfundible retrato. El adúltero a mi me deja indiferente. Es el engañado la víctima que me mueve a escribir, finalmente....
¿te resulta fácil mentir a la persona que se supone más quieres?
Siempre me deja un sabor amargo hablar de los desleales,¿qué diferencia hay entre lealtad y fidelidad?. Por eso escribo, porque me atormentan estos pensamientos.