06 agosto 2010

AQUI,YA SABES, PUNTUAL, TIENES A TU PUTITA DE CADA MES

* no haré preguntas
* no reclamaré nada
* eso si, tengo precio

me doy asco





PEDAZOS, RETAZOS

Hoy comienza un dia más y aprendi lo que es llorar ya no se como 
volvere a empezar
no se en que pude fallar no soy perfecta, eso es verdad pero 
di todo lo que tuve y más

Sabes que siempre estuve ahi por ti s
iempre confie, y nunca dude
No!, ya no puedo estar sin ti,no puedo estar sin ti 
para siempre.



Estoy rodeada de soledad, como una vela en el viento que observa 
morir poco a poco su luz
hoy veo tu foto en mi buró y rezo porque la distancia no podrá robarme 
tus recuerdos porque yo aun tengo tu aroma.
no, no puedo ya vivir sola sin tu amor, así no puedo más, no aguanto 
esta soledad, simplemente no puedo.
Hoy ya no soporto el dolor, ya nada tiene sentido, mi alma quedo atrapada 
a tu piel, 
hasta he pensado en renunciar y cegar mi vida pues no puedo vivir sin tu ternura, 
sin tus ojos, sin tu pelo, sin tu cuerpo
.


02 agosto 2010

MATILDA, UNA MUJER COMO POCAS

Matilda. Una mujer como pocas. Una mujer de pocas palabras. Tan preocupada por emprender diversos caminos, que nunca logró culminar uno solo.

Matilda, siempre estuvo ahí en las buenas. Sí, de esas mujeres que pretenden saberlo todo, pero que en verdad, no saben nada. Poco le importaban las apariencias y tenía la capacidad de ver más allá de una mirada. Era de esas intelectuales que se llenan la boca hablando de libros y de autores, pero que en verdad, nunca comprendía el significado entre sus letras.

Se enmascaraba de ser perfecta, pero por dentro ella misma sabía que no lo era. Yo bien estaba al tanto que no lo era, porque yo sí conocí a la verdadera Mati. Yo viví con la verdadera Matilda. No era fácil. Era muy buena en las buenas, pero pésima en las malas. Conocía el verdadero significado de una sonrisa, y la eterna agonía detrás de una tristeza.

La última vez que vi a Matilda, recuerdo bien, era el segundo del primero del año. El reloj marcaba apenas las 3 de la mañana, aún por venir. Se volteó, y me pregunté si era realmente ella. La persona que yo vi, estaba totalmente invadida de soledad y en su mirada se veía un mar de profundas tristezas adueñadas del olvido.

La vi, mientras la luz se enredaba entre sus cabellos, y me veía con esa mirada tan penetrante y adueñada de tristezas, que me pegó como un fuerte grito de auxilio al oído. Así, al menos por un instante, fui sintiendo su desconsuelo. Sus ojos, hechos agua, derramaban una lágrima que poco a poco se iba resbalando sobre sus mejillas. Una lágrima que proyectaba su miserable angustia y su tan desesperante ahogo.

Matilda ya no hablaba. ¿Hablar? ¿Para qué? Matilda ya no tenía nada que decir. Su vida se había convertido en una constante búsqueda de algún significado más allá de lo ordinario, ya fuese de amor, felicidad o vida; quizás de cualquier otra cosa que la alejara fuera de ese camino al abandono de si misma. 

La verdad es que Matilda añoraba en su vida todo aquello sobre lo que constantemente leía dentro de sus novelas de ficción. Pero Matilda poco sabía lo irreal que era esa vida sin ninguna acción.

¿Vivía? Si, vivía, pero sólo en una eterna agonía de sufrimientos y de soledad. Se inyectaba la tristeza, mientras ésta iba dejando la marca en su piel. Marcas que la mortificaban, recordándole a cada momento sus constantes tormentos.

Muchas fueron las veces que traté de ayudarla, pero Mati, Matilda me abandonó. Me dejó en consecuencia de las malas lenguas y de las malas juntas. Me dejó pocas cosas, entre ellas un pero, un ¿por qué? Y por supuesto, la promesa de no volverla a ver nunca más. Lamenté eso, pero nunca me rendí. Nunca dejé de ayudarla, de llamarla, de quererla, en fin, de buscarla.

La conocía, la conocía bastante bien. Sabía lo que pensaba poco antes de hablar. Se dejaba llevar por las influencias, pero también se hacía pensar. Sentía nuestro afecto de amigas, de hermanas, de compañeras que se ayudaban pero que además, nunca se debían dejar olvidar. Matilda rompió nuestro pacto, pues con el tiempo se alejó de mí y no dejó rastro. Me dolió, me dolió su ausencia, su engaño, su tristeza, su abandono, pero más aún su indiferencia.

Se me pasa la vida recordándola, pensándola, extrañándola. Aún me duelen los minutos sin ella.

Matilda se distanció para sumergirse en su soledad. Para hundirse en su tristeza y olvidarse de los demás. Ella simplemente dejó de buscar. Se consumió entre sus malos vicios y también dejo de pensar, de sentir, de querer y de amar.

Matilda, Matilda ya no tenía nada ni nadie en quien pensar.

Aún la recuerdo en cada instante en que no está. La vida sin ella pasó a ser algo ordinario, dentro de lo normal. La siento en cada espacio y en cada cuerpo que veo en mí andar. Más aún la quiero y la buscaré por siempre, porque siento que la vida sin ella……. la vida sin ella ya no tiene nada que dar.

Y así, Matilda se fue de este mundo, para no volver nunca más.





Gracias a ti, a ustedes. Lo prometí, reabro, con gusto, con ilusión, con ganas de desahogar toda esta miseria de sentimientos. Bienvenidos nuevamente, este es su teatro.





No Quiero Olvidar

No quiero perderme en mi mismo laberinto. Las cosas que matan, las cosas que mueren, los días que inventan, las noches que invaden. Muchas cosas que se suceden a lo largo de nuestra vida, a pesar de en muchos casos, hacernos daño o doler porque ya ese instante termino, esas cosas que a veces son lo mismo y a veces no, no queremos olvidar. Otras queremos borrarlas para siempre y están grabadas en nuestras memorias y con su recuerdo nunca deja de existir esa lágrima en la mejilla, que tampoco se olvida. Yo quiero recordar para siempre cada instante, malo, bueno. no quiero olvidar los dias, las horas, los meses, los años. No quiero olvidar que hay mañanas que amanecen mejor, que hay sonrisas con motivos para seguir sonriendo, no quiero olvidar los “porque”, ni los “como” que a diario me pregunto. No quiero olvidar que ciertas miradas con solo ver sus ojos me basta para descifrar que esta pasando, no quiero olvidar, que mi mirada dice siempre algo más. No quiero olvidar que el mundo lo construyo yo cada minuto, y si pierdo un minuto pierdo mi mundo. No quiero olvidar que la risa no siempre es más fácil que el llanto, pero tampoco siempre es más divertida. No quiero olvidar que hay amores que duelen, amores que gozan y otros que ríen. No quiero olvidar algunos besos, algunos lugares, algunas personas. No quiero abandonar los días, las caricias, los perfumes que se siguen sintiendo, los mares de llanto. No quiero algún día olvidar como me sentía en mis cumpleaños de niña, o cuando abría un regalo al lado del arbolito de navidad. No quiero perder mi expresión mirando fuegos artificiales, no quiero nunca nunca perder mi sonrisa de esos momentos. La primera vez que vi la inmensidad del mar y me sentí tan chiquitita, mis muñecas, mis inventos, mis colecciones de miles de cosas diferentes. No quiero olvidar que ame y me amaron, que amo y aman. No quiero olvidarme de que el amor, existe. Y que suele doler mucho más que el desamor en algunas oportunidades. No quiero olvidar los besos que llevo contados. No quiero olvidar mi primer te amo, mi primer adiós. No quiero olvidar los llantos de cada 31 de diciembre. No quiero olvidar las historias, los caminos, los días felices, los días tristes. Las personas que están y las que se fueron, no quiero olvidar a todas aquellas se van a ir. No quiero olvidar, no quiero perder cosas, no quiero algún día dejar de sentir, no quiero que con el paso del tiempo me olvide de disfrutar el día a día. Aquellas tardes jugando en casa. Aquellos momentos, Aquellos años. Aquellos días. Aquella vida. No quiero olvidar que de a poco todo se olvida.