Estaba yo pensando que me dan ganas de visitar un lugar donde mojarme, no, un motel no, me refiero
a un lugar que tenga albercas y toboganes (aunque nunca me suba) y pueda comerme un mango petacón
anclado en un poderoso palo de madera, pero la neta es que me desilusioné prontamente al recordar que
esos lugarcillos, llamados en mi rancho balnearios no resultan agradables, uno puede llegar tempranito pa poner su puesto tipo pic-nic chilango y pasar a los cambiadores con olor a baño de albañiles, pero toda la gentuza que va llegando en el transcurso del día hace que todo verdaderamente se eche a perder.
Acuden como si existieran promociones de entrar *gratis* en caso de llegar en carros jodidos y llenos cual sardinas, y asisten desde la abuela que apenas puede ya caminar pero es bien pinche chismosa y argüendera hasta las mascotas resultado de cruzas extrañas callejeras; esto, sin mencionar la peste y color que se cargan; todo esto tiene como consecuencia que a eso de 12 del medio día, las aguas de la alberca tengan una color tipo licuado de cal-c-tose. Por esto y demás ofensas a mis ojos, prefiero no ir, y opté por una mejor opción: agarrar la manguera de mi casa y disponerme a chorrearme a mi misma ante la mirada atónita de mi familia, y eso que aún no es sábado de gloria eh!!!
Encontré una foto fantástica que se las comparto, el día que yo tenga mi casa, así la quiero.
Y ya me voy a una fiesta!!! jojojo see you

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